miércoles, 24 de marzo de 2010

I



Cuando se dio la consigna de 'elegir la imagen que más nos gustara', tenía ciertas ideas en mi cabeza y pensé que revisando esa pre-selección mental iba a poder decidirme más o menos facilmente.
Al sentarme a hacerlo me percaté de que me era practicamente imposible acotar la selección, porque al observar y analizar cada una sucedía lo contrario: se me iban abriendo un centenar de caminos con nuevas opciones y no sabía qué elegir y qué dejar afuera. Además, creí que un requisito obligatorio para que fuese 'la mejor' sería que la imagen no tuviese que ser solamente impactante desde la estética y la técnica sino también que debía ser extenso el alcance de su significado.
Supongo que esto es porque la vida es una red muy compleja y rica en más de un aspecto.
Acá fue cuando se me ocurrió que quizás la manera de resolverlo podría ser justamente apelando a lo contrario: la simpleza.
Elegí ésta obra de Werner Bischof (Hong-Kong, 1952) porque a pesar de ser visual y composicionalmente sencilla, clara y concisa nos deja entrever cierta profundidad en ella.
Me encontré con un niño (que de hecho es un refugiado chino) que al recorrer tímidamente su camino toma una actitud un tanto curiosa al respecto: se detiene a observar qué pasa a su alrededor, y aunque decidido, toma ciertas precauciones.
Aunque nos podamos imaginar que no cuenta con recursos como para adquirir, por ejemplo, calzado, él está más allá: no lo necesita y ni el estar descalzo va a cambiar ni su ser ni su esencia ni va a permitir que se detenga.
El detalle del sombrero, que considero un tanto simpático, y su sombra - un círculo perfecto que bien podría indicar el génesis del trecho- refleja las 'armas' (instrumentos) que vamos adquiriendo a lo largo de nuestra vida para defendernos de aquellas cosas que pueden lastimarnos o provocarnos displacer. Considero que el sombrero tiene un doble mensaje: sirve tanto de defensa contra el rayo penetrante como de instrumento infalible para que pueda andar sin lastimarse. El sol, que se encuentra como un personaje implícito, es capaz tanto de ser fuente de vida y energía como de herir a quienes no se protegen de él.
En mi análisis consideré que el significado de ésta foto puede funcionar como punto de partida y motor para el comienzo de éste año, materia, carrera, viaje y trayecto: no dejamos de ser quienes somos ni abandonamos nuestra esencia, pero las herramientas que consigamos nos ayudarán a transitar más libremente, ser curiosos, probar cosas, y todo aquello que sea necesario para que podamos dejar una huella.